Tríptico "Arde el alma"


Arde el alma I. Óleo sobre lienzo. 130 x 97 cm.

Arde el alma II. Óleo sobre contrachapado. 140 x 60 cm.
Colección privada (Logroño).

Arde el alma III. Óleo sobre contrachapado. 140 x 60 cm.

Estos tres cuadros con el tiempo se han ido confirmando como unos de mis favoritos.

Al principio era un cuadro, luego dos y luego tres, y durante 4 meses no tuvieron título. “Arde el alma” es el que les puse cuando decidí exponerlos como tríptico y ponerles nombre. Realizados a finales de segundo de carrera, los considero mis primeras obras maduras.
Recuerdo que en un descanso entre clases me pasé por el taller de pintura, en el que había un grupo de pintura distinto del mío, pero en el que estaban algunos de mis compañeros de primero. Me instalé por ahí y le cogí 4 ceras prestadas a alguno, me puse a garabatear en un papelote pequeño et…voilà, allí estaba el sentimiento que quería expresar (puro angst tardoadolescente). Se trataba del siguiente paso, tras estos cuadros, dentro del tema que había elegido para la asignatura (el expresionismo), independizándome un poco de los referentes que en aquel momento conocía, y acercándome al expresionismo abstracto.

Los bocetos de estos cuadros los tenéis aquí. Tras hacer el boceto original (que perdí) con ceras manley, me fui a casa y lo reelaboré en acuarela. Tras esto agarré el lienzo del examen de Artigau (aunque puede que no fuera mi lienzo, sino el de algún compañero que me dio también el suyo) y lo tapé. No sé si esa misma noche lo empecé o fue directamente a la mañana siguiente, sólo me acuerdo de trabajarlo por la mañana desde temprano, con pincel, espátula, cuña etc. Cuando acabé me fui a la mediodía al taller de pintura de la facul emocionado con lo que me había salido y le pregunté a un profesor que rondaba por allí (Joan Descarga) si me podía dar su opinión. Me comentó que le faltaba un poco de fuerza a las “zarzas” comparadas con el resto de la composición. Y era verdad, las había hecho con pincel y me habían quedado como onduladas y blandas. Así que cogí una cuña de madera y me puse a reelaborarlas y ajustar todo el cuadro dándole más pasta en algunas zonas y más fuerza. No paré hasta que lo terminé; vamos, que ese día no comí.

Arde el alma I recién pintado en un taller de pintura
del segundo piso de la facultad de Barna.

Tras esto me supo mal dejar que la garra que había conseguido se quedase únicamente en este cuadro, y el domingo siguiente (me recuerdo pintando en el salón de casa) me puse con el segundo cuadro, pintado también encima de un truñete que había hecho a principio de curso. Y, finalmente, decidí probar con un tercero para ver qué pasaba si esta historia, que rozaba la abstracción pura, la aplicaba a un tema eminentemente figurativo como es la figura humana, y me puse con la macarrada del tercer cuadro (pintado completamente en el taller de la facultad y también sobre otra pintura primeriza chunguilla). Es bastante posible que cuando planteé el tercer cuadro ya tenía en mente la idea del tríptico:


Tríptico "Arde el alma".